Seleccione una habitación tranquila, débilmente iluminada.
Elija una superficie que no sea demasiado dura ni demasiado blanda.
Trate de no ser perturbado durante los minutos dedicados a la sesión de relajación.
Utilice prendas cómodas, evitando que le presionen cualquier zona del cuerpo.
Si hace fresco utilice una manta para cubrirse.
Tiéndase sobre la espalda, con los brazos a ambos lados del cuerpo, sobre el suelo, las piernas ligeramente separadas y la cabeza en el punto de mayor comodidad. Cierre suavemente los párpados. Mantenga una absoluta inmovilidad.
Respire, preferiblemente por la nariz, de una manera regular y pausada.
Dedique a la sesión de relajación de diez a veinte minutos durante los cuales revisara por zonas y progresivamente el cuerpo para sentir las distintas áreas y aflojarlas; sentir y soltar, sentir y soltar. Permanezca muy atento a lo largo de la sesión y evite en lo posible distracciones mentales.
Nunca abandone de manera abrupta la relajación tras haber finalizado la sesión. Respire cinco o seis veces profundamente y mueva poco a poco las distintas partes del cuerpo para salir del estado de relajación.